Ni ética, ni cultura en la función pública
Escribe: Boris Espezúa Salmón | Política - 06:30h
No es casual que las conductas propaladas en televisión de personajes públicos se parezcan y encierren aspectos que merecen ser comentados para reflexionar sobre nuestra realidad que no le hace ningún favor al Estado y por ende al país. Lo ocurrido con el Ministro de Vivienda Francis Allison es de dominio público que fue Asesor de Business Track la Empresa vinculada a las Interceptaciones Telefónicas, o a los llamados chuponeos que se trajo abajo al Gabinete Del Castillo el año pasado por el escándalo de Rómulo León, Los periodistas hace alguno días lo abordan al Ministro y éste muy seguro y suelto de huesos señala que el Presidente de la República y todo el gabinete lo respalda, y que no ha cometido ningún hecho irregular. Por otro lado en Puno tenemos, la conducta propalada en video por el Vocal superior Linares Carreón que falta el respeto a la Policía Nacional, y desafiante sin importarle la Presencia de un Fiscal Superior en el puesto policial, comete actos de provocación, de soborno y agresión verbal con efectivos policiales, amparado en su cargo de vocal superior, y aún siendo filmado muchos minutos, y delante de muchas personas persiste en una conducta matonesca y nada ponderada a su condición de magistrado.
Estos hechos, de dos funcionarios públicos, no pueden ser casuales, ni aislados, obedecen a la estructura de la relación de la colonialidad del poder que impera fuertemente en nuestro país, al establecer entre las personas ubicaciones jerárquicas fuertemente marcadas por status, por clase, dinero y por raza, algunas personas que tienen un cargo adquieren como forma de soberbia y excesiva seguridad el ser “Tales” socialmente hablando y por lo tanto irrogarse la facultad de imponer y supeditar a las personas. Ciertamente al ser referentes públicos, equivocadamente asumen su cargo en un pedestal jerárquico que les permite atropellar y no darse cuenta de las mediaciones éticas que deben de contar en las relaciones humanas trastocando y soslayando flagrantemente cualquier sentido de respeto y consideración al significante moral que pueden denotar sus expresiones y conductas básicamente en el plano ético y también cultural. El culto al “Ego” no tiene escrúpulos, y enceguece, y hace ver a los demás por debajo de nuestras narices. Con seguridad El Ministro Allisón no se da cuenta que siendo un funcionario de confianza, donde lo que básicamente existe es una relación ética que lo vincula a un Gabinete y a la confianza del Presidente de la República, es por ello que genera la duda de preguntarse qué hace pensar que la conducta del Ministro parezca “normal” y hasta “cínica”? De repente la seguridad que tiene que los entuertos de corrupción que alcanza a poderes mayores sabe bien que lo protegerán? o el status adquirido que ha creado un perfil psicológico y social que con una educación instrumentalista y práctica, le dé la seguridad que los hechos vistos objetivamente no lo llevarán a la cárcel? Pero lo que hace que sea inexcusable su proceder ético, es su demostrada vinculación a un caso de grave corrupción y que compromete a todo el gobierno, y que no puede ser olvidado ni menos solucionado con el silencio del gabinete, contrariamente éste silencio hace presumir un real encubrimiento de algo que no resulta ligero ni improbado, como es la vinculación a un hecho de corrupción que hace insostenible e inevitable que se piensa del involucramiento del propio gobierno. Y es que un hombre público no sólo está obligado a ser honrado sino también a parecerlo, por ello es que de la misma manera el Vocal Superior, por principio no podía faltar con sus hechos a otra entidad del Estado, como es la Policía Nacional, menos pretender sobornar, en todo momento debió considerar su condición de magistrado, máxime si ya tenía una evidencia de desventaja, como es estar ebrio, y haber cometido y accidente de tránsito, además no debía de olvidar y siempre tener presente que al fin de cuentas que de acuerdo a la Constitución el rol de administrar justicia emana del pueblo, y por lo tanto se debe al pueblo el actuar y la decencia de todo magistrado y funcionario público, que por otro lado es lo que más clama la ciudadanía que deban tener los magistrados para mejorar su alicaída imagen, igualmente al caso del Ministro Allison, donde pierde el Gabinete, en el caso del vocal superior pierde el Poder Judicial, y por ende se deja en el limbo de la impunidad estas conductas, censurables que debieran ser motivos oportunos para sentar precedentes de que estos malos ejemplos se debe cortar con rigor, con sanción para así denotar que no se encubre lo que tiene que ser corregido y evitar que no cunda la erosión de la corrupción y los antivalores más de lo que hay en la actualidad.
El aspecto ético como alguna vez ya lo dijimos en el libro “Ética de la Justicia” es inseparable de la justicia, por ello aspectos cruciales que ocurren en nuestro país, no tienen concordancia con lo que se predica y en lo que se hace, y donde se pone obstáculos al acceso a la justicia, y privilegia formas de discriminación y donde se desdice aquello que señalaba Victoria Camps que “El individuo realmente humano es el que se siente obligado hacia los otros por deberes éticos y de justicia” partiendo de hacer tabla rasa todo código de ética, y volcando a la nada nuestras acciones hacia una ética mayor de igualdad e inclusión, no olvidemos a Fernando Savater cuando señala que “El derecho tiene una exigencia central: La responsabilidad ante los demás como ser humano, dándole de ésta manera verdadera dimensión a lo humano, que en definitiva es la esencia de todo derecho”. Por ello es que la justicia es mucho más que un valor, es una garantía de vida social y fundamento de la convivencia humana, se proyecta sobre el plano de la vida personal y se convierte en criterio de valorización de todos los actos humanos. El ciudadano que se respete es un individuo autónomo y pleno, porque es responsable y miembro participativo en la comunidad y decididor de los verdaderos deberes y derechos que son necesarios para desarrollar la sociedad.
El aspecto cultural pasa por comprender el pluralismo, y fomentar formas de igualdad y equidad en las relaciones sociales. Los dos casos que hemos mencionado en ésta oportunidad están signado por un profundo desdén de unas a otras personas, entre compatriotas, donde no es posible admitir intermedios, sino prevalecer esas actitudes intolerantes, impositivas y de no consideración por el otro; por el ello es que el gran reto del pluralismo en el país es que tiene que luchar las poblaciones secularmente olvidadas y periféricas por su reconocimiento, por la inclusión efectiva, propiciando la igualdad de oportunidades, alguna vez Hobbes el autor de “El Leviatán” decía: “La igualdad de los títulos genera la igualdad de esperanzas y luego la convivencia óptima de oportunidades semejantes”. En materia cultural es necesario avanzar con una nueva perspectiva que desde un enfoque pluralista nos permita romper estos eslabones jerarquizados donde las brechas de las diferencias se ahondan más, ese es el gran reto que le falta construir al país.
Finalmente, no olvidemos que la Salud Mental, implica entre otras cosas ausencia de influencias nocivas dentro de los cuales está la ausencia de ética y de cultura, y tiene más relevancia en los funcionarios públicos que están vinculados a tratar con ciudadanos, lo que no implica que los funcionarios públicos, sobre todo los que se encuentran en el rubro de los “Funcionarios de Confianza”, no deben creerse eternos y deben de saber en todo momento que su paso por la administración pública es más volátil que la precaria memoria de los peruanos para olvidarnos de los errores del pasado que vuelven a aparecer en el futuro.
http://www.losandes.com.pe/Politica/20090927/27696.html
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