El cargo de prefecto se renovaba cada tres años. Pilato estuvo diez, lo que dice mucho en su favor a pesar de las criticas severas que le han hecho y de la acusación de que no se preocupaba de los asuntos de la metrópolis. A este respecto no olvidemos que Tiberio tenía costumbre de retener a algunos funcionarios más de tres años, porque decía que, al pretender enriquecerse en tan poco tiempo, podían cometer desmanes. Y ponía por ejemplo el de un hombre solo y abandonado al que acudían las moscas a chuparle la sangre por estar lleno de llagas. Pasó por allí uno que se compadeció del pobre y quiso espantar a las moscas. El llagado se opuso y gritando dijo: "Déjalas, ya me han chupado bastante y están hartas. Si las espantas vendrán otras hambrientas y me chuparán la poca sangre que me queda".
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